Así lo asegura una médica veterinaria de la Universidad Nacional del Nordeste, tras relevar las conductas de los chicos con sus mascotas en Corrientes. Dijo que existe una tendencia a "humanizar" los animales y así se pierde el rol de cada uno. Qué costumbres conviene erradicar en casa
Según un relevamiento realizado en Corrientes, el problema del ataque canino estaría vinculado con la tendencia a ubicar al animal como un par y al hecho de no ponerle límites.
Al menos eso es lo que registraron entre alumnos de escuelas primarias de esa ciudad un grupo de docentes de la Facultad de Ciencias Veterinarias, cuando relevaron el comportamiento que experimentaban los menores con sus mascotas.
"Los chicos en su gran mayoría humanizan a sus perros integrándolos a cada actividad familiar como uno más y es justamente ahí donde se origina el quiebre de jerarquía social que el perro debe mantener para comprender su condición de mascota obediente y no agresiva", explicó a Universidata Patricia Koscinczuk, la docente que viene sondeando a los alumnos correntinos desde hace tres años.
Según esta especialista, "el perro no debe vivir dentro de la casa, ni dormir en la cama con los dueños o los chicos. Tampoco está bien que el perro coma en el mismo lugar que el propietario, ni en el mismo momento que lo hace el resto de la familia".
En este sentido, la teoría de Koscinczuk apunta al establecimiento de una relación verticalista. "Se debe subordinar al animal al grupo familiar. Esto significa darle de comer por último después que los miembros de la familia lo hicieron. Porque donde duerme el jefe no duerme el subordinado", agregó la especialista.
Según un relevamiento realizado en Corrientes, el problema del ataque canino estaría vinculado con la tendencia a ubicar al animal como un par y al hecho de no ponerle límites.
Al menos eso es lo que registraron entre alumnos de escuelas primarias de esa ciudad un grupo de docentes de la Facultad de Ciencias Veterinarias, cuando relevaron el comportamiento que experimentaban los menores con sus mascotas.
"Los chicos en su gran mayoría humanizan a sus perros integrándolos a cada actividad familiar como uno más y es justamente ahí donde se origina el quiebre de jerarquía social que el perro debe mantener para comprender su condición de mascota obediente y no agresiva", explicó a Universidata Patricia Koscinczuk, la docente que viene sondeando a los alumnos correntinos desde hace tres años.
Según esta especialista, "el perro no debe vivir dentro de la casa, ni dormir en la cama con los dueños o los chicos. Tampoco está bien que el perro coma en el mismo lugar que el propietario, ni en el mismo momento que lo hace el resto de la familia".
En este sentido, la teoría de Koscinczuk apunta al establecimiento de una relación verticalista. "Se debe subordinar al animal al grupo familiar. Esto significa darle de comer por último después que los miembros de la familia lo hicieron. Porque donde duerme el jefe no duerme el subordinado", agregó la especialista.