CONADU celebra la resolución del Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata, que ayer por la tarde concluyó la sustanciación del juicio en el que la CTA formaba parte de la querella, condenando al ex capellán de la policía bonaerense Christian Von Wernich a la pena de reclusión perpetua, por considerarlo coautor de numerosos homicidios triplemente calificados, así como partícipe necesario de las privaciones ilegítimas de la libertad agravada y de las torturas infligidas a las personas secuestradas en los varios centros clandestinos de detención en los que pudo probarse su participación. Del mismo modo que en el fallo que condenó al ex Comisario Miguel Etchecolatz, el Tribunal resolvió interpretar que estos crímenes de lesa humanidad fueron cometidos en el marco de un genocidio, fortaleciendo con ello una lectura de los hechos que comprende la acción criminal de los individuos como parte de un plan sistemático cuya ejecución involucró una amplia red de responsabilidades.
Precisamente, esta calificación contradice la intención manifiesta en el pronto comunicado emitido por la jerarquía eclesiástica, que se consterna de la irrefutable constatación de la participación de uno de sus integrantes en la comisión de crímenes aberrantes, insistiendo en mantener en un cono de silencio la responsabilidad que le cabe a la institución, cuya complicidad en el montaje del aparato represivo dictatorial resulta manifiesta a través de casos como el de Von Wernich.
El avance en la realización de los juicios penales, y en la condena a los genocidas, es, sin duda, resultado de la persistencia del reclamo y la lucha que logró impedir la consolidación del estado de impunidad que quiso imponerse en nuestro país. Esa lucha construyó en nuestra sociedad un sentido de la justicia ampliamente extendido que hoy puede traducirse en una intervención institucional reparadora, que constituye un punto firme a partir del cual continuar bregando por la satisfacción del reclamo de juicio y castigo a todos los genocidas, por todos los compañeros.
La ausencia de Jorge Julio López en la sala en la que se sustanciaba el juicio es la prueba más dolorosa de las dificultades que aún debe sortear la realización de ese anhelo. La complicidad de distintos sectores civiles con la represión dictatorial, y su responsabilidad en el genocidio, que en este proceso penal quedó una vez más en evidencia, es un dato que no puede ser ignorado. Tanto como los partícipes directos, aquellos que se beneficiaron con la implementación del plan represivo apuestan a bloquear este avance. El intento de instalar el miedo, el ocultamiento de pruebas y de información, la pretensión de presentar la legítima búsqueda de justicia como si fuera un modo del revanchismo y un factor de desestabilización, la insistencia de algunos voceros en proponer una “reconciliación” sin memoria, son estrategias tendientes no sólo a impedir la revisión de los crímenes pasados, sino a condicionar las posibilidades del avance en la modificación de sus efectos, prolongados\n en la persistencia de las condiciones que reproducen la pobreza y la desigualdad en nuestra sociedad. "
Precisamente, esta calificación contradice la intención manifiesta en el pronto comunicado emitido por la jerarquía eclesiástica, que se consterna de la irrefutable constatación de la participación de uno de sus integrantes en la comisión de crímenes aberrantes, insistiendo en mantener en un cono de silencio la responsabilidad que le cabe a la institución, cuya complicidad en el montaje del aparato represivo dictatorial resulta manifiesta a través de casos como el de Von Wernich. El avance en la realización de los juicios penales, y en la condena a los genocidas, es, sin duda, resultado de la persistencia del reclamo y la lucha que logró impedir la consolidación del estado de impunidad que quiso imponerse en nuestro país. Esa lucha construyó en nuestra sociedad un sentido de la justicia ampliamente extendido que hoy puede traducirse en una intervención institucional reparadora, que constituye un punto firme a partir del cual continuar bregando por la satisfacción del reclamo de juicio y castigo a todos los genocidas, por todos los compañeros. La ausencia de Jorge Julio López en la sala en la que se sustanciaba el juicio es la prueba más dolorosa de las dificultades que aún debe sortear la realización de ese anhelo. La complicidad de distintos sectores civiles con la represión dictatorial, y su responsabilidad en el genocidio, que en este proceso penal quedó una vez más en evidencia, es un dato que no puede ser ignorado. Tanto como los partícipes directos, aquellos que se beneficiaron con la implementación del plan represivo apuestan a bloquear este avance. El intento de instalar el miedo, el ocultamiento de pruebas y de información, la pretensión de presentar la legítima búsqueda de justicia como si fuera un modo del revanchismo y un factor de desestabilización, la insistencia de algunos voceros en proponer una “reconciliación” sin memoria, son estrategias tendientes no sólo a impedir la revisión de los crímenes pasados, sino a condicionar las posibilidades del avance en la modificación de sus efectos, prolongados en la persistencia de las condiciones que reproducen la pobreza y la desigualdad en nuestra sociedad.
La condena a Von Wernich es, para todos los que queremos justicia e igualdad, un paso histórico que fortalece la determinación de no retroceder en este camino.
Secretaría General CONADU
Secretaría de Prensa CONADU
jueves, 11 de octubre de 2007
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