CIEPE, 15 de julio de 2011
“Las agencias enfrentan un incentivo a sobreestimar la calidad del título de manera de construir una buena relación con el cliente”. “Los honorarios influencian demasiado sus calificaciones”. (…) Aunque existen alrededor de 150 firmas, las tres más grandes tienen en su poder alrededor del 95 por ciento del mercado. Standard & Poor’s y Moody’s ostentan un 40 por ciento cada una, mientras que Fitch, el 15 por ciento. La estrecha vinculación entre las agencias y bancos y aseguradoras hizo que productos financieros riesgosos fueran calificados con la máxima nota, al igual que débiles bonos soberanos. Banco Mundial “El derrumbe de la securitización estructural de 2007”.
La importancia de la calificación de deuda que imponen estas agencias sobre empresas y estados es que la mayor parte de los inversores siguen estas calificaciones para tomar sus decisiones de inversión. Incluso muchas entidades como los fondos de pensión e inversores, que no pueden invertir en negocios de alto riesgo, poseen reglamentaciones de cumplimiento automático atadas a las calificaciones de deuda (en mucha mayor medida de S&P) por las cuales en el momento en que una calificación de deuda baja a determinado nivel, automáticamente deben vender sus posiciones. Es decir, si S&P decide bajar la calificación de deuda de AAA a AA+, automáticamente determinadas entidades financieras venden los bonos de la deuda de dicho país o empresa. Al mismo tiempo que se baja la calificación de deuda, se encarece la tasa que un país/empresa debe pagar para emitir más deuda. Esto, en una situación de déficit, con recesión, alto desempleo y profundización de la crisis, como en los llamados países PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España), refuerza las posibilidades de quiebra, porque endeudarse se vuelve más caro y cada vez salen más recursos de los que ingresan, como en la Argentina en 2001.
Hay tres grandes calificadoras de riesgo en el mundo: Standard & Poor’s (S&P), Moody’s y Fitch Ratings, ubicadas en ese orden en cuanto a su peso e importancia. La S&P pertenece a la corporación mediática-educativa McGraw-Hill, que es parte de una red financiera más amplia: uno de sus principales accionistas (10%) es la red financiera transnacional, con origen en la City londinense, Barclays[ii], parte del área de influencias Rothschild, una de las redes angloamericanas de mayor escala global. Por otro lado, el principal accionista de Moody’s, la segunda calificadora de riesgo en importancia, es el fondo de inversión norteamericano Berkshire Hathaway del magnate Warren Buffett, que es uno de los principales inversionistas de la banca de inversión Goldman Sachs, parte del área de influencias Rockefeller, y que entre otras empresas posee Kraft Food, Pacific Corp., MidAmerican Energy Holdings, el periódico The Washington Post,[iii] grupo Clarín, etc. En tercer lugar se encuentra Fitch Ratings, cuyo dueño es la firma francesa Fimalac, perteneciente a Marc Ladreit de Lacharrière, director de Renault, L’Oreal, Casino y miembro del Consejo Consultivo del Banco de Francia (Banco Central)[iv].
El saber quién es quién en las calificadoras de riesgo nos permite entender –aunque como todo, no de forma lineal— a qué juega y cómo juega cada una de ellas en estos hechos. Una rápida mirada muestra con bastante claridad que a fines de 2009 mientras Fitch Ratings apuntaba sus cañones sobre Grecia, en consonancia con la política de Bruselas (capital de la UE) de forzar un fuerte ajuste en dicho país y dar paso a una mayor centralización del gobierno económico europeo mediante la revisión económica centralizada de los países miembro por parte de las autoridades de la UE; por otra lado S&P, si bien también presionaba sobre Grecia, se concentraba sobre España, alentando el efecto “contagio” sobre el conjunto de la periferia. España, en caso de caer, arrastraría atrás de sí al euro y a los bancos franceses y alemanes del plan Unión Europea. En cambio Moody’s parecía no apreciar de igual forma la situación europea, entre otras razones quizá porque Goldman Sachs, parte de la misma red de intereses de Moody’s, era la principal banca de inversión que venía haciendo negocios con el maquillaje de las deudas y no era de su interés el debilitamiento de la Unión Europea y la caída del euro hasta ese momento. Por el contrario, a fines de 2009, apuntaba las presiones hacia el bloque angloamericano-global, amenazando con las rebajas en calificaciones de la deuda británica y de la deuda estadounidense, cuyos gobiernos (Obama-Brown) ampliaban su déficit y no mostraban intenciones de ajustar. La política de ajuste era promovida tanto por el bloque franco-alemán (especialmente Alemania), como por la cúpula del partido republicano norteamericano, la banca americana aliada, los mass media neoconservadores norteamericanos (Wall Street Journal parte de News Corporations, etc.) y la propia Moody’s. Incluso, dicha calificadora planteaba buscar la forma de incorporar a Estados Unidos y el Reino Unido como parte de los PIIGS (cerdos en inglés)[v].
Reconstruyamos los hechos para ver el papel que juegan las calificadoras. En enero de 2009, antes de que se desatara el vendaval sobre Europa, S&P rebajó la calificación española, quitándole la nota máxima sobre su deuda, y también la de Grecia. Recién en octubre, cuando sale a la luz que el déficit griego era cuatro veces mayor de lo declarado, en una situación de recesión y sobreendeudamiento, Fitch y Moody’s ponen en revisión con perspectiva negativa la calificación de la deuda Griega, pero mantienen la máxima calificación de la deuda española.
Entre el 7 y el 9 de diciembre de 2009, cuando se profundiza la batalla sobre Europa, luego del resultado negativo para la city londinense del reparto de cargos en la UE[vi], la sanción del Tratado de Lisboa y la crisis de Dubai, la “neoyorkina-londinense” S&P vuelve a la carga sobre España y Grecia, pasando la perspectiva de estable a negativa en la calificación de sus deudas (situadas en AA+ y A- respectivamente). Mientras que la francesa Fitch decide rebajar la calificación de la deuda griega de A- a BBB+ y nada dice sobre España. En contraposición, y cambiando el blanco de los ataques, Moody’s el 8 de diciembre plantea que el deterioro de las finanzas públicas de Estados Unidos y el Reino Unido pueden acabar poniendo a prueba su calificación máxima de triple A, y nada dice sobre Grecia y España. En este contexto de profundización del enfrentamiento entre bloques de poder mundial, con caídas generalizadas de las bolsas europeas, las autoridades de la Unión Europea vuelven a repetir lo que ya habían advertido cuando Irlanda entró en crisis: nunca se dejará caer a un estado del euro[vii]. Para mediados de diciembre, luego de las amenazas, S&P hace efectiva la rebaja de la deuda griega, mientras que Moody’s recién el 21 de diciembre de 2009 rebaja la calificación de deuda de Grecia, aunque a un nivel increíblemente distinto de las otras dos calificadoras: pasa la nota de A1 a A2, es decir, dos escalones más arriba de S&P y Fitch, y considerando “extremadamente improbable que el país sufra a corto plazo problemas de liquidez o refinanciación”[viii]. ¡Qué diferencias de interpretación y análisis!
En este escenario, las salidas planteadas por los sectores dominantes en pugna, de acuerdo a sus intereses son: 1. default y reestructuración de deuda (pierden los bancos franceses y alemanes, debilitando la Eurozona); 2. ajuste y centralización, que lo pagan los trabajadores y el pueblo con desempleo y rebajas de los salarios (lo que proponen Francia y Alemania en nombre de la austeridad y competitividad); 3. rescate mediante el otorgamiento de dinero para cubrir la deuda y el déficit, que siempre viene con un conjunto de condiciones de ajustes, privatizaciones, etc. (sobre la forma y las condiciones del rescate pelean los bloques en pugna); 4. devaluación, que en general también recae sobre los asalariados deprimiendo sus salarios reales (en este caso implica salida del euro y la victoria del imperialismo global angloamericano). La otra salida para que la crisis no la paguen los trabajadores y los pueblos es hacer de la crisis una oportunidad histórica. En gran medida es lo que viene sucediendo en varios países de Latinoamérica en tanto que la lucha en las alturas se profundiza: protección a la industria nacional (estatal o privada); barreras contra el capital especulativo; profundización de la intervención estatal en la economía, especialmente con el control estatal de los resortes financieros; estimulación del consumo ampliando el mercado interno; distribución de la riqueza progresivamente aumentando salarios, prestaciones sociales y facilitando los beneficios a la producción nacional; refuerzo de la integración regional entre los países dependientes o semi-coloniales para romper la máxima del “divide y reinarás”, tan cara a nuestros pueblos.
Con la profundización de la crisis europea, las calificadoras de riesgo hacen cada vez más explícito su accionar en la guerra financiera, dejando en claro que son instrumentos de los distintos bloques de poder que pujan en el actual escenario de crisis global. En este sentido, Moody’s amenaza a EEUU con bajar su nota de calificación, lo que de producirse constituiría un nuevo Lehman Brothers, hecho por el mismo jugador: si en 2008 el ministro de economía de Bush, Paulson, ejecutivo de la Goldman Sachs, decidió la caída de dicha banca de inversión, volviendo global, profunda y estrepitosa la crisis financiera global, ahora la calificadora de riesgo ligada a la Goldman Sachs es quien amenaza con un nuevo descalabro, con un nuevo golpe al sistema financiero global. Jugada que va de la mano con el abroquelamiento del partido republicano para impedir el aumento del límite de endeudamiento de los EEUU, lo cual pondría al gobierno de Obama en la necesidad de declarar el default si no hace un ajuste drástico tal y como lo reclaman Moody’s, los republicanos neoconservadores, el Tea Party y la banca JP Morgan, beneficiada por el gobierno republicano y Paulson en especial con la entrega de uno de los bancos caídos (el Bearn Stearns) a precio de remate. Ante esta nueva movida, el Citigroup, el principal perjudicado anteriormente por la caída del Lehman, declaró: “Preguntar qué puede pasar con la economía estadounidense tras un default del Tesoro es como preguntarle a alguien qué va a hacer después de suicidarse”, dijo Steven Wieting, analista de Citigroup, dando cuanta que el mundo puede venírsele otra vez encima y ya el poder de Obama no va a alcanzar para poder rescatarlo. También hizo la misma amenaza la agencia de calificación China, Dagong, que incluso ya bajó la nota de la deuda de los EEUU de AA a A+. Recordemos que fue China quien a través de su financiamiento a España y Grecia, y comprando euros, permitió al eje germano-francés superar la escalada financiera de mayo de 2010.
Por otro lado, Moody’s bajó la nota a basura de Portugal e Irlanda golpeando sobre sus rivales angloamericanos (y angloamericanos-españoles como el Santander), tratando de correr el eje de la crisis europea, en línea con la estrategia americana de que las esquirlas de la debacle europea también lleguen a la city londinense. Mientras tanto, S&P se concentra en Grecia, España y, ahora, Italia (dónde también juega la americana Moody’s), en donde los bancos franceses están más expuestos. En Italia, la mitad de la deuda está en manos de bancos de dicho origen! “Europa está preparada para defender a la zona euro” (FT, 12-7-2011), aseguró el ministro holandés de Finanzas, Jan Kees de Jager, que parece estar defendiendo una fortaleza sitiada. Y como para dejar en claro que los asedios van a seguir, desde la banca de origen británica Barclays, Antonio García Pascual, declaró: “El actual programa de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, en el que el sector oficial incrementa lentamente sus tenencias de deuda griega, no disipó la preocupación de los inversores con respecto a un eventual default”. Más leña al fuego.
Por su parte, la francesa Fitch, en línea con sus intereses, sigue castigando a Grecia para avanzar en el plan de ajustes y forzar las privatizaciones, pero es “paciente” con Italia. Será porque los bancos franceses tiene la mitad de la deuda y todavía no quieren mover ese avispero, que asciende a más de medio billón de euros?
Como se ve cada cual atiende su juego, y cada país es tratado de acuerdo a la estrategia en dicho territorio del bloque de poder al que pertenece la calificadora. El problema es que con la agudización de los enfrentamientos, que constituye el fondo de la agudización de la crisis, las agencias pierden todo criterio de “objetividad”. En realidad, se rompió el criterio de objetividad impuesto-instituido y cada uno de los bloques en pugna trata de imponer su propio “criterio de objetividad” dejando en evidencia que lo único que existe de objetivo detrás del mismo es que se trata de una relación de poder. La crisis avanza y destruye todo lo instituido. La lucha por el orden emergente ya amenaza con devorar a una de las instituciones centrales del sistema financiero global angloamericano: las calificadoras de riesgo. Pero la cuestión es si nuevamente estalla EEUU, si arrastra a China y si el eje germano-francés logra defenderse del asedio.
[i] Este artículo contiene parte de las investigaciones expuestas en el capítulo referido a la crisis europea del libro en prensa: Crisis financiera global. La lucha por la configuración del Orden Mundial. Peña Lillo/Ediciones Continente, Buenos Aires, 2011.
[iii] www.transnationale.org/ companies/berkshire_hathaway. php, Financial Times, Wall Street Journal y Les Echos.
[iv] http://fr.wikipedia.org/wiki/ Marc_Ladreit_de_Lacharri%C3% A8re, y también en la revista Forbes: http://www.forbes.com/lists/ 2007/10/07billionaires_Marc- Ladreit-de-Lacharriere_6EPK. html.
[v] El País, 9 de diciembre de 2009.
[vi] Resultado saludado con mucho beneplácito y públicamente por parte de China y Rusia.
[vii] El País, 9 de diciembre de 2009.
[viii] El País, 22 de diciembre de 2009, y La Nación, 22 de diciembre de 2009.
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